| septiembre 2024, Por el Consejo Editorial

Crónica y poesía: un taller, dos hermanas

  • ¿Qué?

El lenguaje construye procesos de cohesión social porque tiene la capacidad de producir sentidos. Las palabras son imágenes directas de eso que llamamos realidad, pero también son formas de acceso a la imaginación. Lo que conecta estos dos paradigmas, en el nivel expresivo, es la sensibilidad: la capacidad de observar una historia, oler un conflicto, tocar un contexto, escuchar silencios.

La realidad es un desacuerdo y, de ahí, su naturaleza múltiple. La poesía es un estado espiritual que contempla y, así, amalgama y recrea. El periodismo y la poesía están llamados a amalgamar y a recrear, pero hay un algo que se mueve, invisible, entre los dos: la mimesis. Nadie quiere imitar la realidad, espectro aburrido y gris, pero muchos sí quieren describirla, sentarla sobre un taburete y retratarla (para mejorarla o deformarla). La realidad primero es un fenómeno sensible, perceptivo y, después, un paradigma recreable, es decir, histórico.

Aristóteles presentó la tragedia como una obra distintiva de una acción noble, en donde la mimesis no se reduce a un simple facsímil de la realidad original, sino que va más allá, representando las acciones, la vida y los sentires de las personas. Se trata de una suerte de fabulación, sí, pero una fabulación que responde a una organización y estructuración de hechos que se reconocen a sí mismos como representaciones estéticas individuales que desembocan en lo colectivo.

El periodismo, como la poesía, se limita a percibir sólo lo que existe y, en esta medida, se proyecta sobre lo sensible forjando un campo de disputa entre lo que algo es –formalmente y ante los ojos de todos-  y lo que ese algo genera en la mente, en el cuerpo, en el corazón –también, de todos-. Ahora bien, si las palabras son figuraciones de cosas concretas, pero no se parecen en nada a las cosas reales, a lo que nos enfrentamos es a la pulsión poética como forma de modelación de la realidad en donde la razón del periodista se funde con lo que percibe el poeta, dando vía libre a la imaginación: ese lugar que sitúa el ánimo, no del sujeto, sino de la realidad, en el signo textual.

Así, copiar la realidad y compararla con la realidad en sí misma, resulta un proceso de recreación que implica la fusión total del relato periodístico con la pintura o la escultura, por ejemplo. Se trata de formas y no de contenidos, porque los contenidos ya están, ya fueron vistos, mientras que las formas están adentro, en la subjetividad, en la interpretación, en la fermentación que sobrelleva la realidad en el ánimo de quien pretende describirla. El periodismo nos inflama y la poesía nos alumbra. No hay contrarios, nunca, porque la biósfera de la verdad no se halla en los vastos reinos de la fantasía, sino más bien en los estrechos caminos de la expresión.

El buen cronista no debe circunscribirse al mundo visible ni mucho menos a la semejanza inequívoca de lo representado, sino que debe enmarcarse dentro del lenguaje invisible de los signos, los conceptos y las representaciones que la realidad le ofrece para así poder dar en el núcleo de las convenciones y dinámicas que le propone su tiempo. El buen cronista posee una naturaleza dual en su relación con el lenguaje, como lo afirmara Octavio Paz: “cada palabra encierra una pluralidad de sentidos […] la palabra posee varios significados latentes, es una cierta potencialidad de direcciones y sentidos”. El buen poeta, aunque escribe, sus líneas se confunden fácilmente con trazos, quizás con texturas que ostentan niveles más elevados –y honestos- de cercanía –o conexión- con lo representado.

De esta forma, la relación entre crónica y poesía pasa, elementalmente, por la imposición de las imágenes, siendo factores no sólo identificables, sino altamente sensitivos. Así, una casa, una piedra o un helecho, tanto en crónica como en poesía, saben adquirir dimensiones más complejas si logramos ensamblar con arquetipos como el amor, la muerte o el olvido. Se trata entonces de abrir el lenguaje hacia el significado y cuestionar las ideas que él mismo nos ofrece a modo de engaño y entregar a nuestros lectores la posibilidad de una experiencia vital contenida en la voz, sin sacrificar las pasiones, los vicios, las virtudes y hasta los números de lo retratado.

Al juntar poesía con periodismo lo que hacemos es evitar el balbuceo de quien necesita decir o nominar algo y, lo que se configura, es la naturaleza multívoca de la realidad propiamente dicha, alineando producciones de sentido que mezclan lenguajes con experiencias. Y es así que se produce la vinculación entre los lectores y los significados: los versos, siempre, como dice Jorge Luis Borges, “existen más allá de sus sentidos”. La crónica, así, se fortalece porque vive más iluminada, más libre e incluso más violenta, porque no se reduce a definir ni a parcelar contextos, sino a arar, cosechar y comunicar los campos musicales que oculta la realidad. Es un deslizamiento que hermana al cronista con su lector.

Toda crónica implica necesariamente la plasmación de una realidad humana y esto conecta con el hecho poético: hasta la sensibilidad o imaginación más desbordantes nacen de realidades reales. De esta manera, la escritura de la realidad exige que salgamos del instante presente y que superemos los datos del mundo inmediato para enfocarnos en los significados que oculta que, lejos de contribuir a la “función de lo real”, lo que hacen es promover una epistemología de los sentidos que, pasando por el tamiz periodístico, desemboca en la literatura misma: EN LA POESÍA.

  • ¿Cómo?

Sesión 1

No es belleza, es profundidad de campo: lírica documental.

(Un fin de semana con Pablo Escobar, Juan José Hoyos, Colombia)

Sesión 2

No es perfección, es pensamiento:  la realidad en verso.

(Teresa Wilms Montt, de tumba en tumba, Alejandra Costamagna, Chile)

Sesión 3

Cruces y relaciones entre la crónica que ve y escucha y la poesía que siente y simboliza.

Invitada: Margarita García Robayo (Colombia)

Sesión 4

¿Cuáles son los alcances y los límites de la representación poética en la crónica?

Invitado: Martín Caparrós (Argentina)

Sesión 5

No es refinamiento, es sensibilidad: metáfora de un hecho.

(El albañil y el filósofo, Pablo Ramos, Argentina)

Sesión 6

No es gusto, es comunicación: el dato-imagen y la imaginación fotográfica.

(Luces en el cielo, Fernanda Melchor, México) Invitado Alejandro Saldívar (México).

  • ¿Cuándo?

Martes 1, 8, 15, 22 y 29 de octubre.

Horario: 22hs (España), 17hs (Argentina/Uruguay/Chile), 15hs (Colombia/Ecuador/ Perú), (14hs, México).

  • ¿Cuánto?

135 euros

90.000 pesos para Argentina.

Invitados:

Margarita García Robayo (Colombia).

Martín Caparrós (Argentina).

Alejandro Saldívar (México).

Tallerista:

G Jaramillo Rojas (Colombia).

Inscripciones: https://espaciolate.es/producto/cronica-y-poesia-un-taller-dos-hermanas/

Para adelantar inscripciones desde Argentina por favor escribir al mail laterevista@gmail.com notificando el interés por el curso. Desde allí se enviarán las indicaciones para el abono del arancel.

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