Cuatro Ciénegas: El último aliento del desierto

El Valle de Cuatro Ciénegas, en Coahuila, enfrenta una crisis ecológica causada por la sobreexplotación del agua y la privatización de terrenos. Pozos ilegales, agricultura intensiva y una gestión negligente han llevado a este ecosistema único al borde del colapso. El crimen no es la sequía: es la codicia.

El río Mezquites es un hilo azul ­desordenado sobre el desierto. Desde el cielo luce como los intestinos de una tierra encharcada o como un sistema de venas a punto del colapso. De su cauce se desprenden canales que forman pequeñas pozas de agua salada que favorecen la biodiversidad dentro del valle.

Contaminación en el río Mezquites, en el desierto de Cuatrociénegas, al oeste de la ciudad de Monclova, Coahuila. Foto: Alejandro Saldívar
Contaminación en el río Mezquites, en el desierto de Cuatro Ciénegas, al oeste de la ciudad de Monclova, Coahuila. Foto: Alejandro Saldívar

“Cuatro Ciénegas es uno de los centros endémicos más importantes a escala mundial, por ser un humedal dentro del desierto, con especies únicas desde hace millones de años. Hay endemismos en cactáceas, peces, aves y reptiles, pero el mayor número se encuentra en las bacterias, que son los organismos menos estudiados. De las bacterias, que guardan información del valle, se conoce muy poco”, explica el director de Protección de la Fauna Mexicana A.C., Sergio Marines.

En la carretera Cuatro Ciénegas-San Pedro de las Colonias, un anuncio irrumpe en el paisaje: “Río by Grupo H 1800”, se lee en letras blancas, acompañadas de un discreto emblema de una semilla que germina.

La entrada al paraje del río Mezquites, propiedad de Grupo 1800, en el desierto de Cuatrociénegas, al oeste de la ciudad de Monclova, Coahuila. Foto: Alejandro Saldívar
La entrada al paraje del río Mezquites, propiedad de Grupo 1800, en el desierto de Cuatro Ciénegas, al oeste de la ciudad de Monclova, Coahuila. Foto: Alejandro Saldívar

Una fotografía promete un oasis y una palapa en medio de un desierto exótico colmado de maravillas. Por menos de 50 dólares el visitante puede navegar en un kayak sobre estromatolitos o nadar con tortugas de concha blanda (apalone spinifera ssp. Emoryi), especie endémica que llega a vivir hasta 50 años en un entorno silvestre.

Marines, quien hace algunas décadas realizó un inventario de la biodiversidad del valle, expone: “El río Mezquites tiene una tradición turística muy local. El hecho de que metamos mucha gente afecta, sobre todo porque el río tiene poblaciones grandes de estromatolitos, que son arrecifes formados por bacterias y que tardan millones de años en generarse. En sus aguas sobrevive uno de los ejemplares más grandes y mejor conservados; el turismo masivo puede llegar a afectarlos”.

Una tortuga de concha blanda (Apalone spinifera ssp. emoryi) en el río Mezquites, en el desierto de Cuatrociénegas, al oeste de la ciudad de Monclova, Coahuila. Foto: Alejandro Saldívar
Una tortuga de concha blanda (Apalone spinifera ssp. emoryi) en el río Mezquites, en el desierto de Cuatrociénegas, al oeste de la ciudad de Monclova, Coahuila. Foto: Alejandro Saldívar


Camino al río, un tronco partido yace inmóvil en el desierto. En las veredas se aprecian huecos y líneas en la arena como si un gigante hubiese transitado por esa ribera azulada. Junto al río Mezquites, Grupo Hotelero 1800 ha dispuesto más de 20 palapas y mesas desde donde se pueden contemplar los estromatolitos, estructuras microbianas, “herramientas” que permiten conocer la historia de la Tierra desde sus orígenes, cerebros submarinos que a simple vista se deforman por el efecto del oleaje en el río.

“Hay un gran crecimiento tanto económico como poblacional en el valle y sus inmediaciones, lo cual ha llevado a un mayor uso del agua y, por lo tanto, a que disminuya el nivel de los mantos freáticos, causando el desecamiento de grandes cuerpos de agua, como la laguna Churince”, cuenta Marines.

La laguna del Churince en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar
La laguna del Churince en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar

A pocos kilómetros del río, la laguna Churince está delimitada por una cerca de alambre vencida por el tiempo y los curiosos. Es una pequeña abertura de agua en medio del desierto, un oasis junto a la carretera que representa un sistema casi intacto dentro del valle. Tierra adentro se extiende el rastro de un tímido cauce que recorre la tierra reseca. En la ribera de la laguna, una vacada calma su sed. La arena y los troncos secos dominan el paisaje.

“Hace 20 años que se secó la laguna Churince, puede ser que en otros 20 queden muy pocas pozas si se mantiene el nivel de extracción. Son factores muy dinámicos los que llevan al desecamiento de las pozas; predecir que se van a secar en 100 años es muy complicado porque depende de muchos factores. El turismo es un arma de dos filos: puede ser de gran ayuda a la conservación, pero puede ser un gran problema si no se hace de manera ordenada. La extracción seguirá afectando negativamente a Cuatro Ciénegas”, asegura Marines, egresado de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro.

–¿Se puede revertir la situación?

–No hay un plan de restauración, la única manera de restaurar el Churince es quitando la extracción de agua; es muy complicado lograr la recuperación.

En una imagen tomada el 1 abril de 2017, desde el satélite Terra, dedicado a recopilar datos sobre los cambios climáticos en la Tierra, se aprecian todavía rastros azules de la poza llamada Playitas Dos. En una imagen consultada a principios de febrero último, vía el satélite Maxar, de Google Maps, se aprecia la misma poza completamente desecada, como si un gran hongo blanco se extendiera en la superficie terrestre.

Un grupo de investigadores reunidos en el Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana analizó la pérdida de caracoles dulceacuícolas en esa región.

“De las 32 especies presentes en el área de estudio durante el Holoceno, sólo cuatro (12.5%) aún existen. Al menos 24 (75.0%) de ellos desaparecieron del área en el siglo XX, debido a la pérdida de hábitat causada por actividades antropogénicas”, revela el estudio publicado en 2019.

Sequía en el río Los Mezquites, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar
Sequía en el río Los Mezquites, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar


Golf en el desierto

Luis Fernando Pérez Cano sueña con un campo de golf a espaldas de su viñedo, junto a un conjunto residencial. “Siempre y cuando podamos conseguir el agua residual del municipio para riego, utilizando fertilizantes naturales autorizados por la Secretaría del Medio Ambiente”, le confesó a Diego Parás, reportero de Travesías, en una entrevista donde Pérez Cano se ostentó como dueño de 9 mil hectáreas a las afueras de Cuatro Ciénegas.

Incluso, el empresario se imaginó: “Vamos a tener un evento al que va a venir el secretario de la Defensa a soltar dos águilas y a lo mejor viene el presidente. Están viendo si su agenda lo permite”, soltó en febrero de 2020.

Las atracciones naturales de Cuatro Ciénegas –los ríos San Marcos y Mezquites, las dunas de yeso, la mina de mármol y uno de los cañones del valle– están bajo el control del Grupo Hotelero 1800, propiedad de Luis Fernando Pérez Cano, empresario del norte de México.

En junio de 2017 el Grupo Hotelero 1800 se constituyó como sociedad ante el Registro Público del Comercio (RPC), bajo la administración de María Fernanda Pérez Pérez, hija del empresario.

Entre sus objetos sociales se encuentra: “e).- La administración de bienes inmuebles con fines turísticos, comerciales, residenciales, industriales, de entretenimiento, ya sean estos patrimonio de la sociedad o de terceros … k).- Urbanizar y fraccionar toda clase de terrenos por cuenta propia o de terceras personas pudiendo recibir comodatos onerosos y gratuitos … y n).- Ejecución de toda clase de construcciones, edificaciones, estructuras, excavaciones, demoliciones, así como la realización y ejecución de cualquier tipo de trabajo relacionados con la construcción, como proyectos y obras tanto públicas como privadas por cuenta propia o de terceros”.

En agosto de 2017 Juan Francisco Lara Narváez constituyó la sociedad Desarrollo Turístico San Marcos, dedicada a adquirir bienes muebles e inmuebles con fines turísticos. Dicha empresa fue utilizada para “amedrentar” a Antonio Arredondo, cuya familia operaba turísticamente el río Mezquites desde hace más de cinco décadas. Arredondo denunció públicamente el despojo por parte de la empresa de Lara Narváez, tal como lo documentó Nadia Betancourt en el diario Vanguardia.

Contaminación en el río Mezquites, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar
Contaminación en el río Mezquites, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar

El 22 de febrero de 2018, policías de Fuerza Coahuila detuvieron a 16 personas por “invadir” el río Mezquites. A finales de marzo del mismo año el paraje se estrenó con el nombre de Paseo Ecológico Aruna, una de las nuevas atracciones administradas por el Grupo Hotelero 1800.

En mayo de 2018, en una de las actas de asamblea registradas en el RPC, se nombró a Juan Francisco Lara Narváez como comisario de Grupo Hotelero 1800, quien también funge como socio de la empresa Foxterra Construcciones –constituida en octubre de 2019–, junto con Fernando Veyan Reed, yerno de Pérez Cano.

Incluso, la alcaldesa de Cuatro Ciénegas, Yolanda Cantú, intervino en favor de la empresa de Pérez Cano, según algunos ejidatarios, quienes la identifican como una “agente inmobiliaria” al servicio del empresario.

Un food truck a la orilla del río Mezquites. Foto: Alejandro Saldívar
Un food truck a la orilla del río Mezquites. Foto: Alejandro Saldívar

Un año antes de apoderarse del paradero del río Mezquites, Lara Narváez se incorporó como accionista de Desarrollo Inmobiliario Fox, S.A. de C.V., dedicada a la compraventa y administración de bienes raíces, una empresa que Pérez Cano comparte desde 1998 con su hermano Evaristo, quien es concesionario de la mina La Fernanda, en el municipio de Escuintla, en la Sierra Madre de Chiapas.

En las últimas dos décadas el empresario ha diversificado sus negocios. Durante 2006 constituyó dos compañías dedicadas al tratamiento de aguas: Denke, S.A. de C.V., y Tretech, S.A. de C.V. En noviembre de 2016 creó Advisors Proactive Group, dedicada a invertir en el capital y el patrimonio de otras empresas.

Otra de sus firmas, Comercializadora Nuuktal, S.A. de C.V., fue constituida en octubre de 2019; en su objeto social considera: “1.- La importación y comercialización de toda clase de combustibles, aditivos y productos químicos. 2.- La transportación terrestre de hidrocarburos y sus derivados en territorio nacional y en el extranjero utilizando el transporte de los denominados ‘pipas o tanques’ utilizando la red de carreteras”.

El mismo día creó Tratamientos Nuuktal, dedicada al tratamiento de gas húmedo. Ese mismo mes también formó Dynamic Healing Institute, sociedad dedicada a “sanar, curar y rehabilitar a personas enfermas”; y Arte Mina de Tierra, dedicada a comercializar artesanías.

En una de las orillas del pueblo, frente a un par de cultivos circulares de alfalfa, se encuentra el hotel Hacienda 1800, una finca rústica con habitaciones de hasta 5 mil pesos por noche, en espera de la construcción de su campo de golf.

Campos de cultivo de alfalfa en Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar
Campos de cultivo de alfalfa en Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar


La promesa de la Conagua

Cuatro Ciénegas es un pueblo terroso dividido en apenas 12 cuadras, tanto de muros de adobe derruidos como de modernas casas con paredes tan blancas que al amanecer son anaranjadas. En este pueblo, donde las antenas de telefonía compiten en altura con la cúpula de la iglesia, una mujer que barre la entrada de su casa dice que “aquí la tierra es lo normal”.

La ciudad de Carranza es abrazada por el Cerro del Muerto, un conjunto montañoso que da la impresión de un cadáver tirado. “Carranza era como un sicario, nomás que ora ya no hay héroes”, dice un tendero, refiriéndose al revolucionario enemigo de Victoriano Huerta.

Las dunas de yeso, donde se llevó a cabo la grabación de la pieza Actos de dios, de Pablo Vargas Lugo, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar
Las dunas de yeso, donde se llevó a cabo la grabación de la pieza Actos de dios, de Pablo Vargas Lugo, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar

En los márgenes del pueblo se siembran forrajes, como alfalfa, sorgo o avena, y árboles como granado, higuera o palmeras datileras, aunque los productores saben que la tierra favorece el cultivo de alfalfa, pese a la cantidad de agua que se necesita para tener una cosecha.

En uno de esos terrenos, delante de sus cachivaches para la faena diaria, un pequeño propietario muestra fotografías de sus árboles durante la primavera: frondosos, verdes. Es invierno y los árboles de higo son apenas dos filas de antenas débiles ante la fuerza del viento. “Nuestro problema es que tenemos poca agua”, dice el pequeño propietario, que pide el anonimato por cuestiones de seguridad.

Con una mano sacude las ramas de un granado haciendo caer las últimas hojas secas. “Hace varios años nos entubaron cinco o seis kilómetros. A mediados de 2008 nos prometieron que iban a poner pivotes para regar por aspersión. Jamás nos hicieron el entubamiento; Conagua nos fue dando largas, ya no se hizo el proyecto, se perdió con el tiempo y seguimos igual”.

Un pozo de agua en el predio Las Palmas, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar
Un pozo de agua en el predio Las Palmas, en el desierto de Cuatro Ciénegas. Foto: Alejandro Saldívar

–¿Cómo han gestionado la falta de agua?

–La mayoría utilizamos bombas, es más económico bombear el agua para poder regar nuestros arbolitos. Ya no hacemos jornales, el terreno es muy volátil, con muchas aberturas y topos, es muy poca el agua que nos llega.

Señala un abra, una cicatriz que brota de la tierra, donde se refleja el colapso del suelo. Un estudio de la bióloga Stephanie Escobar Sánchez, publicado en 2019, ­calcula que en Cuatro Ciénegas las abras ya no presentan agua, lo que indica niveles críticos en el sistema hídrico.

“Las principales causas de la degradación y pérdida de estos ecosistemas son la sustitución por actividades económicas, como el turismo, que causan daños directos, como el cambio de uso de suelo, la extracción de agua, la eutrofización, la contaminación del agua y el suelo, y la introducción de especies exóticas invasoras.

“Estos daños no sólo tienen un costo ecológico elevado, sino que también conllevan costos sociales y económicos, por lo que los humedales deben conservarse y se debe detener su destrucción”, plantea Escobar en su tesis universitaria.

Un canal improvisado para captar agua en el predio Las Palmas. Foto: Alejandro Saldívar
Un canal improvisado para captar agua en el predio Las Palmas. Foto: Alejandro Saldívar

Ante el desabasto, algunos pequeños propietarios han implementado sistemas de riego para aprovechar al máximo la poca agua que atrapan en improvisadas canaletas de hule.

“Conagua entubó una parte, nos dejaron ‘encampanados’, nos marginaron y ahora no tenemos la suficiente para hacerla llegar a los predios”, cuenta detrás de un alambre de púas que delimita el corral de los borregos, mientras a unos metros un par de burros muestran sus dientes llenos de sarro y abono.

El problema de la escasez se extiende por más de 10 municipios hasta Abasolo, al norte de Monclova, Coahuila. “Al pueblo le falta justicia social, hay mucha desigualdad, los apoyos al campo se han amafiado cada vez más”, dice mientras manipula una válvula que causa que el agua deje de correr enseguida sobre un pedazo de batea que funciona como cántaro. “Conagua según vino a preservar el agua y nunca vimos el resultado”, dice mientras el viento azota un solar baldío.

“¡Cierra la de en medio! ¡Abre la primera!”, le grita a un joven, encargado de regular las válvulas para aprovechar la mayor cantidad de agua para regar su cultivo.

Troncos secos en el predio Las Palmas. Foto: Alejandro Saldívar
Troncos secos en el predio Las Palmas. Foto: Alejandro Saldívar

–¿Y el agua potable?

–Esa ni siquiera llega hasta acá; puro garrafón.

Rumbo al municipio de Ocampo se observan los sistemas de aspersión en los sembradíos de alfalfa. Relojes verdes en cosechas consecutivas llenas de humedad. En los contornos de los cultivos se observan delgados hilos de agua que escapan a su cauce natural, filtrándose en las entrañas del desierto.

“La extracción es uno de los factores que ha puesto en jaque al valle de Cuatro Ciénegas”, explica Marines; él determina que el agua –rica en sales de sulfato y calcio– no es apropiada para el uso agrícola. Sin embargo, se concesionó con este fin.

“No sólo la extracción de agua para el cultivo, sino la extracción que se hace en otros valles afecta el ecosistema”, advierte.

Cráneos de ganado en el predio Las Palmas. Foto: Alejandro Saldívar
Cráneos de ganado en el predio Las Palmas. Foto: Alejandro Saldívar

En 2019 el río Mezquites, las dunas de yeso y la mina de mármol sirvieron como escenario para la pieza artística Actos de Dios, de Pablo Vargas Lugo, presentada en la 58° edición de la Bienal de Arte de Venecia, en 2019, con un presupuesto asignado de 12 millones de pesos, pieza artística que más bien funcionó como parte de una estrategia turística en esta región donde se puede rastrear el origen de la vida, pero también el colapso de la civilización.

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