La pandemia arrasó con la vetusta definición de nación: un territorio con fronteras definidas. El resurgimiento de discursos xenófobos (el virus chino), barcos atracados en ultramar como único fin del periplo y personas condenadas al ostracismo –aunque la nueva retórica prefiere el eufemismo «aislamiento”– fueron imágenes frecuentes. Tiempo suspensivo. Diarios de la pandemia alrededor del mundo nos presenta otra realidad de la pandemia: la que surge de las habitaciones, espacios temporales del encierro.
Xavier de Maistre escribió Viaje alrededor de mi habitación a finales del siglo XVIII. De Maistre se entrega a un viaje completamente imaginario para sobrevivir al encierro; lo arrestaron durante 42 días por participar en un duelo. Los autores de Tiempo suspensivo, cronistas latinoamericanos, al igual que de Maistre, salen airosos del encierro gracias a estas bitácoras que esbozan un diario literario: viajes de introspección en donde la mirada se renueva para mezclar consideraciones metafísicas con lo cotidiano.
Las miradas han recobrado fuerza para ampliar la estrecha ventana que es Internet, también para ampliar los registros del español: además de los seis diarios, se incluyen dos secciones intituladas “Interludio” y “Voces por el mundo”; una plétora de hispanófonos errantes nos relata el día a día de la pandemia (con mayor o menor fortuna), haciendo de la lengua la única nación que desafía la idea tradicional de frontera. En “Interludio” encontramos el texto de Rosa Inés Padilla que no desmerece la tradición ensayística y especulativa de Montaigne: “La muerte es la madre de todos los miedos” es la frase lapidaria que inaugura este estimulante ensayo situado en Guayaquil, Ecuador.
Aunque algunas entradas de los diarios tienen un carácter fragmentario –excluyamos el texto de Daniel Wizenberg, el más logrado cronológicamente–, el libro no es conjunto de elementos aislados. El libro se entiende mejor desde la teoría de la Gestalt, al menos como la explica Georges Perec en La vida instrucciones de uso: “el objeto considerado no es una suma de elementos, no son los elementos los que determinan el conjunto, sino el conjunto el que determina los elementos”.
La brevedad de las entradas permite que los autores exploren diversos géneros: Diego Cazar traza el perfil del diario íntimo para reconstituir su infancia en Quito; Mónica Rivero, que horada la monotonía de un confinamiento obligado con un español muy particular –que ella misma identifica como cubano–; Giovanny Jaramillo, que se entrega al lenguaje con fruición y voluntad lúdica en una suerte de diario de escritor –imposible no pensar en Sólo para fumadores de Julio Ramón Ribeyro– y nos recuerda que reírse de uno mismo es señal de buena salud; Yasna Mussa que dota al diario de verosimilitud al agregar documentos auténticos –procedimiento conocido de la novela epistolar–; y Alejandro Saldívar, quien oscila entre el aforismo y una reflexión sobre la imposibilidad de registrar el tiempo al escribir un diario.
Sin duda, este libro es una invitación a la vida contemplativa (aunque alguno de los autores escriba contra el aburrimiento) y nos permite alejarnos de la retórica dominante empeñada en “combatir” a un enemigo invisible.
Encuentra el volumen en algunas de las librerías aquí listadas:
https://www.revistalate.net/tiempo-suspensivo-nuevo-libro-de-late/