| agosto 2019, Por Alejandro Saldívar

Exilio web: Expediente X

El hacktivista Christopher Doyon, alias Commander X, es un fugitivo del gobierno de Estados Unidos. En 2011 fue acusado de ser uno de los principales líderes de Anonymous. Desde su exilio a México, en noviembre de 2017, Doyon arrojó una carta a lo más profundo de la deep web. En ella le solicitó al gobierno mexicano asilo político. Uno de los nuestros se encontró con él.

I (Túnel)

Nubes grises eclipsan el aguijón del sol. Christopher Doyon flota en el empedrado, hacia el oeste, donde comienza el túnel. En su condición de fugitivo, Doyon sabe que cada encuentro puede revelar su ubicación y desencadenar furias oscuras, por eso pone cortafuegos con los desconocidos. La obsesión por la seguridad consiste en prevenir.

X espera en el umbral de una cafetería. Me conduce hasta uno de los rincones donde un joven pulcro teclea sobre una laptop. La cubierta tiene la silueta de un mapamundi: un lugar insospechado para hackear el mundo. X revela una suave complicidad con la mirada. Camisa a cuadros, reloj cronométrico atado a su calavérica muñeca, habla en un susurro incomprensible: “keyword”.

Doyon confirma mi identidad con la palabra clave: “cornucopia”. Toma un sombrero negro y camina hacia la salida. Zigzagueante sobre laberintos y escalinatas, Doyon hace desear su conversación: “Ya son diez años de persecución, de huida, más de 30 en el hacktivismo”, dice con un cigarro sin encender.

Para X, la red es una cornucopia: cuerno de la abundancia en todos los sentidos. Pero como en la película Los juegos del hambre, entrar en la cornucopia significa una muerte segura. Un túnel del que es muy difícil escapar. Un túnel que tiene muchas salidas al caos. X rompe el filtro de su cigarro y lo enciende. Entramos a un túnel para romper con cualquier señal inalámbrica.

“Debes entender, estás a punto de entrevistar al hacktivista más buscado en Norteamérica. Y siendo un hacker, soy consciente, de lo fácil que sería atraerlos mediante tu celular.  No puedo comprometer mis protocolos de seguridad y te reitero: debes seguirlos al pie de la letra o terminaré el encuentro inmediatamente”, escribió antes de la cita en un correo encriptado. 

II (Asilo político)

X es un guerrillero virtual, el sueño de un pirata en la tempestad. Sus intrigas comienzan en una zona semirestringida de internet, la deep web: depósito de transacciones en monedas desreguladas, foros de inteligencia, archivo de pederastas y grupos de autoayuda donde la disidencia de la era digital gesta acciones de desobediencia. Un lugar inexistente donde se refugian los disidentes de nuestro tiempo.

El 5 de noviembre de 2017 publicó en Pastebin –plataforma donde se comparte código fuente– una carta en la que solicitaba asilo político al gobierno mexicano. Un mensaje dentro de una botella arrojada a las profundidades de la web.

“Precisamente a las 2:33 AM, Commander X ingresó al territorio mexicano para obtener asilo político, refugio y protección contra la persecución perpetrada por el gobierno de Estados Unidos. Actualmente se encuentra en un lugar seguro y no revelado”.

En la carta hace un llamado a otros anónimos, hacktivistas y defensores de la libertad con un mensaje: “Ha llegado el momento de que dejen de enjaularnos”.

Doyon está de pie en una callejuela con un fedora negro: un rabino digital que utiliza un sombrero con el homónimo de una de las distribuciones de Linux, un sistema operativo de uso libre. Se arremanga la camisa. Un cinturón negro se ciñe a su huesuda figura.  Doyon apaga el cigarro en la orilla de su bota. “Es de mala educación tirar colillas en un país al que pides asilo político”, dice entre el humo que atraviesa su dentadura, porosa como una red inalámbrica.

X quiere mantener en desorden el mundo. Para él, resistir es oponerse a cualquier forma de autoridad.

–¿Es posible un mundo sin gobierno?, le pregunto.

–Como criptoanarquista soy pragmático. No busco deshacerme del gobierno, no existe una anarquía utópica. Todos debemos estar en el mundo. Mucha gente se siente cómoda teniendo una autoridad. Yo no estoy tratando de imponer, eso es fascismo. Los anarquistas que piensan en destruir al gobierno son fascistas porque están tratando de imponer lo que el resto del mundo no quiere.

–¿Y la acción directa?

– Amo la acción directa, creo en ella.

Eso es lo que Doyon cuenta una tarde de septiembre, en un lugar que no puede ser mencionado, aquejado de sentirse perseguido por funcionarios del gobierno estadunidense. Por lo demás, es un hombre que busca el exilio como alternativa de vida. Un hombre sentado en una sala con fondo blanco.

–¿Por qué solicita asilo político en México?

– Es imposible que México entregue un perseguido político a Estados Unidos en este ambiente. La posibilidad de mi extradición es cero. Espero que el gobierno mexicano obedezca su propia Constitución, espero que obedezcan lo estipulado en los tratados internacionales. Y si mis derechos son verdaderamente respetados, como se establecen en todos esos instrumentos, entonces México no tiene otra opción más que darme asilo político.

El 22 de septiembre de 2011, Doyon fue arrestado en una cafetería en Mountain View, California, acusado de causar “daños intencionados” a una “computadora protegida”. Específicamente, se le acusa de realizar ataques de negación de servicio distribuido (DDoS, por sus iniciales en inglés) en servidores del condado de Santa Cruz, según se asienta en los expedientes del caso CR11-00683 . Pasó una semana detenido y fue liberado bajo fianza. La escalinata del condado de Santa Cruz sirvió de escenario para que Doyon revelara su identidad públicamente. “Yo soy Commander X. Estoy inmensamente orgulloso de ser parte de Anonymous ”, dijo a un grupo de periodistas.

–¿Por qué dejar de ser anónimo?

­–No tuve otra opción, fui capturado por el FBI y luego liberado. Me acusaron de ser Commander X. Contra el consejo de mis abogados convoqué a una conferencia de prensa en los escalones de la Corte. Acepté la acusación porque el apodo de X se había vuelto muy poderoso dentro de Anonymous. Cualquier perdedor en el mundo podía tomar ese apodo y usar el poder de X. Contrario al consejo de mis abogados, sentí que era importante declarar que yo era Commander X.

Lugar: Sin referente visual, a petición del entrevistado. Razón: Que la imagen no sea rastreada por el sistema de reconocimiento de lugares desarrollado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus iniciales en inglés). Hora: 13:15 horas.

Christopher Doyon, un hacktivista atrapado en sus pesadillas. Foto: Alejandro Saldívar
Christopher Doyon, un hacktivista atrapado en sus pesadillas. Foto: Alejandro Saldívar

III (Frontera)

Los fugitivos y los refugiados saben que las fronteras son porosas. Mazapanes que se desintegran apenas y son tocados. Frente a la reja fronteriza, cuyos huecos se pierden en la oscuridad, ve la huida. Es Doyon, su bicicleta, su laptop y su adicción a los gadgets. El sueño de un pirata en el desierto, un lugar de repliegue y paciencia. Esa noche, Doyon pensó en las contradicciones de sus fábulas. Ahí estaban reunidas, al límite de Estados Unidos con México.

X esperó un día más a merced de las luces antiaéreas de la frontera para que su exilio se convirtiera en homenaje a Guy Fawkes, el ícono revolucionario y anónimo de nuestros días. El 5 de noviembre de 2017, Doyon corta la reja como una marioneta con los hilos atorados y entra a México.

A esa operación la llamó Golden Eagle, y se la dedicó a Aaron Swartz, un hacktivista que cometió suicidio después de ser acusado por el gobierno de Estados Unidos de descargar y distribuir una gran cantidad de artículos de revistas académicas del repositorio de JSTOR.

–¿Cómo se siente ser perseguido?

–Como animal en cacería.

–¿Cómo sobrevives a la paranoia?

–Uno la usa. Uno la anhela por su propia seguridad. Uno aprende a canalizarla para mantenerse a salvo. El lado negativo es que el instinto de “pelea o vuela” se activa y la adrenalina corre por el cuerpo, como la metanfetamina. Cuando pasas una década en ese estado se empieza a deteriorar el cuerpo, lastima las arterias, provoca infartos. Hace un mes me dio uno y fue aterrador, porque atenderme en un hospital no es una posibilidad. Tu mente comienza a distorsionar la realidad. Comienzas a vivir atrapado en tus pesadillas.

–¿Cómo son?

–Generalmente no tienen protagonista, simplemente corro y corro y de pronto trato de salvar a un grupo de personas. Nunca hay una conclusión, nunca me atrapan, pero nunca llego a estar a salvo. Otras veces sueño con edificios que se derrumban a mis espaldas.

IV (Antenas en la cintura y abrigos de mink)

X se entregó a la contingencia y el desorden desde la adolescencia. Su único modo de organización es el fluir de la resistencia. Al mismo tiempo, su vida está encriptada en sí misma. En su brazo izquierdo tiene tatuado un círculo con una X al centro: “es el testimonio de mi pasado”, confiesa.

En los ochentas conoció el poder de la radio pirata. Involucrado en los movimientos anti-apartheid, Doyon organizaba las rutas de protesta en Boston, Massachusetts. “Repartíamos en un papelito el número de frecuencia y le decíamos a la gente que fuera con su radio a la protesta. Era una forma de usar la tecnología para hacerla más efectiva. Me preguntaba, cómo es que Reagan puede estar a favor de la racialización. Así era como el apartheid funcionaba y fue un punto de quiebre que me hizo pensar: el sistema no es tu amigo. La policía que reprime no es tu amigo”, narra.

A finales de los 80, Doyon se involucró con el Animal Liberation Front, una “milicia” que tenía en la mira a decenas de ranchos que producían pieles en California. “Acampábamos en el bosque y entrábamos a la granja todos vestidos de negro, nunca nos atraparon. Lo que hacíamos era abrir la jaulas y corríamos. Liberamos miles de visones, que son criaturas pequeñas y peludas que se usan para hacer abrigos de mink. Hace diez años que los visones son la plaga número uno en Washington. Ellos están bien siendo libres”, cuenta.

X describe esa época de su vida como “holística”; sin embargo, estaba convencido de que el sistema estaba roto. Influenciados por los Merry Pranksters, X y su “milicia” se dedicaron a vender ácido lisérgico en los conciertos de Grateful Dead hasta 1992, cuando Doyon le vendió 300 dosis de ácido a un agente antinarcóticos encubierto. Cumplió una condena de cinco años y comenzó a tomar clases de filosofía en la Universidad Estatal Ball, en Indiana.

Doyon avanza en el tiempo. Su mirada es como la de un peluche abandonado en un clóset. No se detiene en detalles, divaga, multiplica, exagera. Para Doyon, el mundo debe estar desordenado, ser la carne entre el diente y la encía. Y a pesar de que sus conocimientos no están orientados hacia el arte de escribir código, X es el personaje que carga el altavoz en las manifestaciones, la voz de una conciencia mermada por los emporios de Sillicon Valley. X ha aprendido a mantenerse cauto; sin embargo, es grandilocuente en su expresión. Sube el volumen como quien disfruta una canción.

X apaga un cigarrillo en su bota. Foto: Alejandro Saldívar

V (La ciberguerra)

Según X, la tercera guerra mundial es cibernética y esta sucediendo debajo de nuestros teclados, en incomprensibles líneas de código. En su libro Dark Ops: An Anonymous Story (2017), Doyon publica conversaciones con equipos de hackers en distintos canales de IRC . Vect0r, Gh0stAn0n, DigitalTerrorist, PizzaMan, Poppy y Locke, son algunos de los hacktivistas con los que ha intercambiado información.

“Esto es una guerra, esto no es un juego, de hecho, es probablemente la mayor guerra cultural de los últimos cien años. Los hacktivistas están en la vanguardia; sin los hackers estamos condenados a vivir en un mundo distópico que haría que George Orwell pareciera como un picnic en el parque. Han asesinado y encarcelado a hacktivistas. Por ejemplo, Sabu mandó a Jeremmy Hammond a prisión”.

–¿Héctor Xavier Monsegur, alías Sabu, era un informante del FBI?

–Sí, además es un delator. No pudo contener su propio karma.

En 2012 Anonymous ebullía en las noticias. La máscara de Fawkes se multiplicaba en todos los países. Doyon estaba al tanto de las operaciones de Anonymous en distintos canales de IRC, donde se acordaban los objetivos, las direcciones y los alcances de las revueltas en Egipto y Túnez.

Jeremmy Hammond, el joven programador que sustrajo más de cinco millones de correos electrónicos de la agencia Stratfor, fue condenado a 10 años de prisión por una Corte en Nueva York. Los correos electrónicos revelaban las formas de operar del think tank, sus relaciones con los gobiernos y empresas a nivel mundial, su red de informantes, la estructura de pagos, información sobre operaciones de lavado de dinero y métodos psicológicos para obtener datos.

En una entrevista con el diario virtual Huffington Post, Hammond declaró: “Los hackers son por naturaleza críticos al sistema, la piratería es una forma de activismo. Hackear un sistema es un acto político”. En la entrevista hecha por la cineasta Vivien Lesting, Hammond sentencia: “El hacktivismo es una herramienta de acción directa. Y ahora debido a la situación del mundo –las crisis y las guerras– los hackers se están politizando. Rompemos los sistemas virtuales y luego movimientos como Occupy difunden el mensaje. Todos trabajamos en conjunto. Hay protestas callejeras. El hacktivismo lo complementa”.

–¿Una persona que filtra información es un criminal?

–Estados Unidos considera que un soplón es un criminal. Hammond entró a una empresa privada y liberó todos sus emails y documentos y ahora están en Wikileaks conocidos como los Documentos de Inteligencia Global. Y por eso, él tiene una sentencia por 10 años. Jeremy ha sido un anarquista desde que tiene ocho años. Siempre ha luchado contra el sistema. La injusticia virtual tiene lugar cuando la justicia sistémica no existe, filtrar documentos a veces es el único recurso para tener justicia.

–¿Anonymous opera a favor de ciertos interés geopolíticos?

– No, es muy apolítico. Anonymous es un frente basado en la idea del hacktivismo. Una de las ideas es que internet debe ser libre y accesible para todos. Y a partir de esto, sucederá la cornucopia de donde todas las cosas buenas vendrán. Hay muchas facciones que tienen motivaciones políticas como la Syrian Electronic Army, que pelea a nombre de Bashar al-Assad; además el Free Syrian Electronic Army, que actúa en contra del presidente de Siria. Cualquiera puede prender fuego respaldado en Anonymous. Por primera vez en la historia de la humanidad, estamos en una posición donde podemos hacer rodar unos y ceros.

–¿Vivimos en una conspiración?

–No. Vivimos en un mundo donde los humanos desean el poder. Tenemos “conspiraciones” sobrepuestas de personas luchando por un poder sobre nuestras vidas. No hay una sola conspiración. No hay un ojo sobre la pirámide. Es el poder que siempre corrompe y siempre tiene hambre.

Commander X se consagró como insurgente digital cuando la revista New Yorker publicó, el 8 de septiembre de 2014, un perfil titulado “Los vengadores enmascarados”, escrito por David Kushner.

 

VI (Túnel de salida)

Doyon sale del cuadro blanco y tose como si un montón de termitas carcomieran sus pulmones. Saca de su chamarra una cajetilla de Delicados. Con una mano le rompe el filtro y con la otra lo enciende.

–¿Se puede ser libre obteniendo el asilo político?

–Si me otorgan asilo político, mi libertad estaría limitada. No podría volar por un país que tiene acuerdo de extradición con Estados Unidos. Nunca seré libre a menos que me perdone el presidente de EU.

–¿Se puede ser libre siendo Commander X?

–Me enfoqué tanto en este personaje virtual que olvidé quién era al final. Mi vida y mis relaciones se han degradado por eso. Me gustaría trabajar como ser humano de nuevo. No estoy feliz conmigo mismo a nivel personal.

El sol repiquetea el sombrero negro. Doyon quiere dejar las barricadas. El triunfo es estar vivo, vivir en una buhardilla.

Este texto se publicó originalmente en Proceso.

 

 

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