| julio 2018, Por el Consejo Editorial

Día 18: El triunfo de los nacidos en Comunismo

En los penales Rusia eliminó a España y Croacia a Dinamarca. Los ganadores se enfrentarán en cuartos de final el próximo sábado. Casi todos los jugadores que triunfaron hoy nacieron en la ex URSS o en la ex Yugoslavia.

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Revolución rusa

En 2014, después del conflicto de Crimea y tras una gestión de Angela Merkel, la Federación Rusa fue desplazada del G8 (el grupo de los 8 países occidentales industrializados) . En este Mundial no pudieron hacer lo mismo: Rusia ya está en el grupo de los 8 finalistas. Y Alemania no.

A los 12 minutos España ya ganaba 1-0 gracias a un gol en contra de Sergueí Ignasevich. Parecía que estaba todo dicho, con España ganando desde temprano el partido se abriría rápidamente y se liquidaría más temprano que tarde. Pero España no aprovechó la apertura de una defensa rusa que desde los 41 minutos -cuando el gigante Dziuba transformó en gol el tonto penal que hizo Piqué y empató- se cerró para siempre. Si no se aprovechan las ofertas después se paga caro. Dos líneas de cuatro y a salir de contragolpe fue la indicación del banco ruso al campo de juego. Construyeron dos murallas, una con defensores y otra con mediocampistas.

La energía para el contragolpe se fue gastando con el correr de los minutos. La dinámica de todo el segundo tiempo y de la prórroga fue la misma: España con la pelota pero sin ser ofensiva y Rusia despejando a mansalva cualquier esfera que ande por ahí. La única situación de gol la tuvo Iniesta, pegándole desde afuera del área al ras del piso pero el arquero Afinkeev se lució sacándola al córner. Fue el anunció de lo que sucedería después en los penales.

Por un error de Afinkeev contra Corea en Brasil 2014, Rusia había quedado eliminada. Hoy gracias a él, llegaron más lejos que nunca (tras la caída de la URSS). Más lejos del objetivo: si quedaban eliminados hoy no pasaba nada porque enfrente estaba un candidato. Pero esta Copa no es para candidatos: tres de los seis principales candidatos al título (Argentina, Alemania y España) ya se han ido a casa.

España es un equipo que sigue jugando lindo pero que se volvió tímido. Respeta demasiado a sus rivales y carece de ideas para romper líneas. Quizás esa carencia haya sido consecuencia del cambio de entrenador solo 48 horas de empezar el torneo. España sabía que se corría este peligro tomando la decisión de despedir a Lopetegui por negociar su contrato con el Real Madrid en plena preparación del Mundial. Asumieron el riesgo porque importan más los principios que los finales. Es el final de una generación gloriosa para el deporte español aunque Ramos sueñe lo contrario.

Rusia ya hizo su revolución. El desgaste físico puede jugarle una mala pasada a los rusos de cara al choque con Croacia. Perder 3-0 con Uruguay los hizo tomar conciencia de sus debilidades y los convenció de algo: lo mejor es construir una fortaleza. Y lo hicieron detrás de la mitad de cancha.

La Federación Rusa es un ex imperio en el que conviven penurias económicas para sus locales con intervenciones geopolíticas como si todavía fueran un imperio. Tras las elecciones que Putin ganó este año, la BBC salió a preguntarle a los rusos por qué. Valentina Levina, una rusa de 78 años que vive en Moscú, les explicó: “Antes de Putin, intentamos gustarle a Occidente y tratamos de no ser Rusia sino uno de ellos. Pero no funcionó, no nos reconocieron como uno de ellos y nos sentimos muy humillados. Nos dimos cuenta finalmente de que no somos un país europeo sino una civilización propia, muy diferente a Europa. Y Putin puso eso muy claro: se lo explicó a la gente”. Parece que también se lo explicó a su selección que atacó a países débiles (desde lo futbolístico: Arabia, Egipto) y aprendió a defenderse frente los europeos fuertes. Así consiguieron llegar mucho más allá de lo que todos pensaban.

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Revolución balcánica

No habían pasado 5 minutos de juego que croatas y daneses ya empataban 1-1. Un gol de de Jorgensen al minuto (error del portero Subasic) y otro de Mandzukic a los 4 minutos. Parecía que se venía un partido de ida y vuelta con muchos goles, como el de ayer entre Francia y Argentina.

Pero no. El match se congeló ahí durante dos horas más.

Se respetaron demasiado, tanto que no solo no hubo goles, tampoco tarjetas amarillas hasta el minuto 115. Hubo algunas situaciones de gol pero que no preocuparon demasiado. Hasta el penal que Modric desperdició faltando nada para que termine el segundo tiempo de la prórroga. Lo pateó suave, fácil para el gran Schmeichel danés, que lo tomó y llevó a todos a definir en serie de penales. En la serie erraron 5 penales. Croacia convirtió 3, Dinamarca 2. Los ganadores del grupo D pasan a cuartos donde enfrentarán al local.

Casi todos los que jugarán ese partido entre Rusia y Croacia nacieron o en la ex URSS o en la ex Yugoslavia. Varios de los croatas nacieron en plena guerra de los Balcanes.

Los defensores Dejan Lovren y Vedran Corluka no se preocupan cuando les llueven centros de los rivales. Nacieron en Sarajevo, en pleno bombardeo serbio, y escaparon hacia Zagreb y Alemania.

Luca Modric, la estrella croata, fue un refugiado de la región dálmata: abandonó su ciudad natal, Obracovać, después de que los serbios asesinaran a su abuelo. Vivió varios años en un precario lugar, llamado Hotel Kolovare, junto a su madre. En un improvisado estacionamiento al lado del hotel se pasaba los días peloteando. El fútbol es una manera de escapar de aquellos contextos en los que la gente no elige nacer. Hoy Modric, mucho más allá del penal errado contra Dinamarca, es candidato al Balón de Oro porque es el eje de este equipo que suena fuerte para estar entre los 4 mejores del mundo. A veces, una revolución es simplemente revertir por completo una biografía adversa. Así lo hizo Modric.  Como decía Calamaro de Maradona, sin más armas en la mano que un 10 en la camiseta.

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