| junio 2018, Por el Consejo Editorial

Día 14: A veces no gana Alemania

Alemania ha quedado fuera en primera ronda. México le debe la clasificación a Corea. Brasil y Suiza avanzan cómodos pero sin brillar.

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Las ideas no se matan

Kim y Son desarmaron a los 92 y 96 minutos respectivamente las últimas ilusiones germanas para darle una victoria histórica a los surcoreanos. Son debe hacer el servicio militar: le habían dicho que solo si el equipo pasaba de ronda se salvaba. La culpa de su reclutamiento la tiene México: si le hubiera ganado a Suecia pasaba Corea.

Gary Lineker, ex goleador inglés, dijo en la década de los 80´ que “el fútbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania”. Con el correr de los mundiales se transformó en un paradigma. Argentina da fe: en los últimos 3 mundiales su participación terminó con una derrota frente a los germanos.

Pero los paradigmas están vigentes hasta que se demuestra lo contrario. El fútbol es un deporte de 11 contra 11 en el que puede no ganar Alemania, más si juega en Rusia. Alemania había podido romper en Brasil 2014 la maldición de los europeos en América: nunca un equipo del viejo continente había ganado un mundial en el nuevo continente hasta ese momento. Pero la maldición rusa en su propia historia fue demasiado. No hay caso: no pueden ganar ahí.

Entonces ¿Fue el trauma de la Segunda Guerra Mundial? ¿Fueron los fantasmas de Stalin? Las respuestas son metafísicas. Lo concreto es que Alemania no jugó como juega siempre. Si se juega mal las probabilidades de perder se multiplican, salvo que una jugada milagrosa salve todo. Hummels, el defensor central, pudo ser el Marcos Rojo de Argentina ayer contra Nigeria y anotar en esa jugada milagrosa. Como Kross lo hizo contra Suecia. Pero no y entonces la noticia del día: Alemania falló. Como en las Eurocopas de 1984, 2000 y 2004.

En cuatro de los últimos cinco Mundiales, el campeón vigente cayó en primera ronda: Francia en 2002, Italia en 2010 y España en 2014. Las victorias a veces estiran los ciclos, postergan las vueltas de página: ¿cómo decirle a un grupo que ganó el Mundial que es hora de irse? Perdiendo. La realidad igual se encarga.

¿Ahora van a quemar todo como hicieron tantos periodistas argentinos tras la derrota con Croacia? No, van a corregir y seguir. En el Der Spiegel, uno de los principales diarios de Alemania, escriben tristes pero seguros: “La desilusión está permitida y una resaca también. El tamaño de una idea, ya sea la de un fútbol moderno o la de una sociedad cosmopolita consiste en levantarse y continuar después de la derrota. No hemos terminado todavía. El contrato de Joachim Löw dura hasta 2022”. Se puede perder pero, como escribió el conde de Volney , las ideas no se matan.

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“Ya merito”

Ya merito” dicen los sindicalistas cuando pelean salarios y consiguen que sea uno de los más bajos de América Latina. “Ya merito”. Ya casi. Ya casi está terminado. Ya casi llegamos. Ya pronto. Eso dicen los mexicanos cuando atraviesan un viejo trauma que consiste en fracasar cuando se está a punto de triunfar o conseguir un objetivo. Por flojera, por miedo, por desidia. La sociología dice y el fútbol refleja: México perdió por goleada con Suecia cuando para clasificar bastaba empatar. Ya merito.

El “ya merito”, como el “ahorita”, dice Rodrigo Márquez Tizano (editor de un libro que compila a 14 escritores escribiendo sobre la relación de este trauma con el fútbol) es “ese estado en donde no se sabe si se va para adelante o para atrás y que no solamente es un boquete temporal sino también es parcial; ¿ya mérito qué?, ¿cuándo?, ¿antes, después? No solamente es un tiempo.”

Podríamos hablar de la falta de compromiso en México. Podríamos buscar su explicación en la mezcla de la colonización con la violencia precolombina, en la penetración cultural de la Iglesia, en el fomento al individualismo que fogoneó el mercado, en el odio que viene con el viento desde el norte. Pero, como con los traumas históricos de Alemania, dejaríamos de hablar de fútbol. México perdió porque jugó mal y porque los de enfrente también juegan. Y Suecia jugó como tenía que jugar. México especuló, se achicopaló, desperdició chances claras y luego -lo mejor que hizo- pasó a depender de Corea. Los aficionados mexicanos esperaron en la puerta de la Embajada coreana en Ciudad de México y lo llevaron en andas, al grito de “coreano, hermano, ya eres mexicano”:

Ya está. Ya pasó (de ronda). Ahora jugarán contra Brasil y contra el ya-merito para llegar al quinto partido.

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Jugar con poco

En Costa Rica las calles no tienen nombres. Por ejemplo, la dirección, digamos, de la Embajada de Perú en la capital San José es ” Del McDonald’s de Plaza del Sol 500 metros sur, 175 metros este, A020A”. No es una indicación, es lo que hay que poner en el sobre como dirección si mandamos una carta. Así funciona el país: se toma una referencia y desde ahí se va. Exactamente eso son los ticos en fútbol: “Del Keylor Navas que está en el arco, vamos viendo, pura vida”. Ya eliminados pudieron asociarse mejor y hacerle partido a Suiza, disfrutando el trámite. 2-2.

El choque en fútbol de dos democracias elogiadas fue empate. También comparten la idea de jugar con poco: son difíciles de superar pero difícilmente superen por mucho a un rival. Claro que Suiza, desde los nombres es más. Pero las noticias que llegaban del partido de Brasil relajaron a Suiza y el match se igualó.

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Coutinho y Paulinho

Paulinho al gobierno, Neymar al poder. Antes de jugar en Barcelona con Coutinho, Paulinho jugó en China y en Lituania, a donde se fue a los 16 años. Es un busca vidas. Y un busca espacios.

El fútbol consiste en generar y ocupar espacios sistemáticamente: el gol es una consecuencia. Los mejores pases no son al pie, sino al vacío. El mejor compañero es el que ocupa los espacios libres y a la vez libera otros para que sus compañeros aparezcan por sorpresa, para que rompan líneas buscando el jaque mate. Sucede que Paulinho además tiene gol. Lleva 7 en sus últimos 11 partidos oficiales. A los 36 minutos anotó el 1-0 tras un pase de Coutinho. Ellos dos junto a Gabriel Jesús, muy por encima de Neymar, son los puntos de apoyo brasileros: anoten en México.

Thiago Silva aumentó a los 70 minutos y entonces la incansable Serbia se cansó. Y al partido le sobraron 20 minutos justo para que Neymar haga un gol, pero no lo hizo.

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