| mayo 2018, Por Karla Pérez

Los primeros días del nuevo presidente de Costa Rica

Después de una contienda electoral muy reñida Costa Rica eligió nuevo mandatario. El progresismo tico superó en las urnas al protestantismo evangélico. Acá algunas placas a propósito de los primeros días del nuevo presidente.  

Carlos Alvarado tiene 38 años y es el nuevo presidente de Costa Rica. El más joven después de la revolución de 1948 que hizo historia al abolir el ejército.

En el país centroamericano se levanta un Gobierno que en sus primeras semanas le ha dado mucha importancia a los símbolos, a lo estético, es decir, a eso que ven los extranjeros.

Son cool, dirían afuera.

No se puede hablar de los últimos días del país sin revisar los últimos meses. El 4 de febrero, en primera ronda electoral, pasó el candidato evangélico Fabricio Alvarado, abanderado de todo a lo que se opone el progresismo, y bueno, Carlos, el periodista y politólogo que apoyaba el matrimonio igualitario y otros derechos para la comunidad LGBTI.

Nos asustamos. Parecía que en un país donde solo el 17% (https://semanariouniversidad.com/destacadas/ahora-solo-la-mitad-los-ticos-se-declara-catolica/) dice no tener religión alguna, debía ganar un religioso homofóbico. Al final, con medio millón de votos de distancia, el joven Alvarado ‘católico no practicante’ se alzó como mandatario de Costa Rica.

A los ojos de la ciudadanía, su antecesor, Luis Guillermo Solís, salió mal parado. Cuando le restaba un año para concluir el Gobierno ‘las presas’ (tráfico vehicular) no habían acabado como prometió y el Poder Ejecutivo se vio envuelto en uno de los escándalos más grandes de corrupción que ha vivido el país: el Cementazo. Entonces, desde el triunfo en las urnas, el además exministro de la administración saliente se ha concentrado en hacer las cosas lindas, que no significa hacerlas bien, pero sí amenas, atractivas y rápidas para el juicio ciudadano. De lo que se trata es de dejar atrás o hacer que los ticos olviden lo más pronto posible el desastre de Solís.

La conformación del primer gabinete paritario y matriarcal, pudiéramos decir, es de su autoría. Mujeres predominan en el Gobierno y a la cabeza de carpetas estratégicas: Hacienda, Comercio Exterior, Instituto Costarricense de Electricidad, Justicia y otros. Ellas representan más del 54% total de las diferentes bancadas. También tienen a la primera vicepresidenta y canciller afrodescendiente en la historia de Latinoamérica: Epsy Campbell. Fundadora del oficialista Partido Acción Ciudadana (PAC) a inicios de siglo, en dos períodos diputada de la República y, en 2010, precandidata presidencial.

“Esto representa un nuevo imaginario para niñas y jóvenes que miran que las mujeres vamos a asumir no solo las responsabilidades reproductivas, sino que vamos a compartir el poder”, me dijo Campbell el día de su nombramiento.

Carlos Alvarado. Nuevo presidente de Costa Rica.
Carlos Alvarado. Nuevo presidente de Costa Rica.

El 8 de mayo, día en que el joven presidente asumió oficialmente la banda presidencial, se convirtió en un día especialmente simbólico: el imaginario tico se desdobló.

Primero, Alvarado llegó al acto de posesión en un bus de hidrógeno con cero emisiones contaminantes. Segundo, la ceremonia no fue en el Estadio Nacional donde se hacía siempre, sino en un sitio público llamado Plaza de la Democracia. “Queremos dar señales de austeridad”, comentó el nuevo presidente. Y, tercero, la presidenta del Congreso arribó al sitio en bicicleta o, para ser más exactos, en bicicleta, tacones y vestido blanco.

Cualquiera puede pensar que como un caramelo demasiado dulce, esta puesta en escena repugnaba, por ejemplo, para sus detractores, que fueron capaces de votar por el evangélico, en defensa de la frase “PAC nunca más”. Pero repito, fue lindo. Emotivo. Los progres aplaudían y la plaza estaba llena.

Carlos Alvarado (devenido en Charlie para muchos) recibió la banda de su antecesor, Luis Guillermo Solís, a quien en 2014 le había llevado la campaña como jefe de comunicación.

No habló de Dios en su discurso y esto ya tiene preocupado al catolicismo nacional, el mismo que fue a votar por él para que ‘el otro’ no ganara.

“Lo que ofrezco es trabajar, trabajar y trabajar duro para y por Costa Rica, por todas las personas, por todas las familias y por todas las provincias”.

Así, el performance, o el traspaso de poderes, terminó.

Rodolfo Piza, ministro de la Presidencia, a quien todos ven como la mano derecha de Alvarado.​
Rodolfo Piza, ministro de la Presidencia, a quien todos ven como la mano derecha de Alvarado.​

Al día siguiente comenzaba el trabajo arduo. Un país virado al revés por la crisis fiscal y al Poder Ejecutivo le urge aprobar un proyecto ‘de fortalecimiento de las finanzas públicas’ para agarrar liquidez. La Asamblea Legislativa, con 47 (de 57) diputados de oposición, no apoya.

“Tiene muchos impuestos y poca contención del gasto estatal”, coinciden los políticos.

Desde el 9 de mayo, Alvarado no ha parado de saltar de reunión en reunión con todos y cada uno de los legisladores. Sus quejas: que no quieren aprobar la iniciativa, que cómo le van a gravar 2% a la canasta básica, que las pensiones de exjerarcas siguen por los cielos, que el Estado no reduce el gasto, que así no van a llegar a acuerdo, que el plan, como está, se llenará de comején en el Plenario. Esto dicen a la prensa, voceros, jefes de fracción de todos los partidos, cada vez que salen de la oficina presidencial.

El presidente, quiero resaltar, se queda en la oficina y no responde preguntas. Siempre envía a su mano derecha, Rodolfo Piza, a hablarnos. Siempre habla lo mismo: que las conversaciones van bien, que hay voluntad, que hay esperanza, es decir, lo contrario a sus contrarios.

Además de este tema de índole económico que parece estancarse, el mandatario estrenó su primera baja a tan solo 8 días de haber iniciado. Carolina Fernández Álvarez, quien no llevaba ni 48 horas como viceministra de Relaciones Exteriores, renunció, según cuenta, para evitar que su nombramiento ‘pueda convertirse en un obstáculo para la labor del nuevo gobierno’, pues un medio nacional reveló que la también abogada había sido sancionada por abandono de trabajo en 2010. Pudiera parecer un tontería, algo del pasado, de hecho lo es, pero la presión mediática contra el poder hizo que el mandatario seguramente llamara a Fernández y le pidiera ‘su apoyo’, para concertar una figura fuerte y de mano dura.

Al presidente se le agotaron los símbolos el día después de llegar a Casa Presidencial. Una dura realidad parlamentaria, dominada por partidos tradicionales y cristianos, tampoco lo ayuda. Va dejando de ser cool, sobre todo porque lo fue demasiado, incluso antes de llegar.

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